lunes, 28 de agosto de 2017

La URSS y la contrarrevolución de terciopelo de Ludo Martens

412 paginas, nueva reedicion con margen extra. 19 euros
Original en Union Proletaria "http://unionproletaria.net/spip.php?article459".


En memoria de Ludo Martens (1946-2011)

Traducido por Unión Proletaria

Hijo mayor de un fabricante de muebles, Ludo Martens creció en la pequeña comuna de Wingene, en el oeste de Flandes. En instituto, se interesa por la lengua y se hace redactor jefe del periódico para el ABN (Algemeen Beschaafd Nederlands, El Holandés Estándar). Este amor por la lengua permanecerá en el estilo que luego le será propio. Describir las luchas sociales, la gente y su medio de vida, la pequeña resistencia popular, las derrotas, las revueltas, las pequeñas y grandes victorias. Con este talento, más tarde escribiría en francés “Abo, una mujer del Congo”, una obra literaria sobre la resistencia contra la dictadura despiadada de Mobutu. Ludo supo atraer a los lectores en su propia simpatía por una mujer del pueblo que, a través de la lucha de Pierre Mulele contra la dictadura, llegó a la primera plana de la escena política. La Nueva Escena Internacional llevará más tarde el libro a la escena, acompañando el espectáculo con las percusiones de Chris Joris, amigo de ese aficionado al jazz que era Ludo Martens. Escribir es comprometerse. En 1994, en compañía del poeta afro-americano Amiri Baraka (el Rey Jones), organizó lecturas sobre “el arte en un mundo que gira hacia la derecha”. Las lecturas culminaron con un “Manifiesto por una poesía internacionalista” cuyo sueño era “unir en una contracorriente a todos los poetas comprometidos del mundo”.


Ludo, fundador del movimiento sindical estudiantil
En 1965, el joven estudiante Ludo Martens se va a estudiar medicina en Lovaina. Es un compromiso social. Estaba lleno de talento y tanto sus compañeros de clase como sus profesores vieron en él a un excelente médico, con mucho futuro. Pero no ocurrirá así porque Ludo no es el tipo de personas que quiera forjarse una carrera universitaria tranquila. Se hizo activo en la principal organización estudiantil de la época, la Katholiek Vlaams Hoogstudentenverbond (KVHV, Unión Católica Flamenca de los Estudiantes de Enseñanza Superior). En compañía, entre otras personas, de Walter de Bock y Paul Goznes (ambos dos están luego en la fundación del periódico De Morgen), y de Herwig Lerouge, comenzó a movilizar al movimiento estudiantil en otra dirección. En contra de las ideas conservadoras y mezquinas, Ludo Martens supo darle una orientación progresista, abierta e internacionalista. La creciente corriente progresista se traduce en el Studentenvakbeweging (SVB, Sindicato de Estudiantes). El execrable “Walen buiten” (valones fuera) es sustituido por el “Bourgeois buiten”. No sólo se lucha contra el establishment católico francófono, sino también la burguesía flamenca. El carácter elitista de la universidad flamenca, donde no se encuentran prácticamente hijos de familias obreras, también está en el punto de mira.
Estas posiciones han escocido en el clero, las autoridades académicas y la derecha nacionalista. Se hace lo posible para hacer desaparecer al grupo que rodea a Ludo del movimiento y del periódico que dirige, “Ons Leven” (Nuestra vida). Finalmente lo consiguen con la publicación de una edición de “Ons Leven” que denunciaba la pedofilia en el seno de la Iglesia. En la época, este tema era tan tabú que las autoridades universitarias pudieron utilizar esos artículos como pretexto para excluir a Ludo de la universidad.

Contra todo lo que nos divide: contra el nacionalismo y el racismo
La lucha contra el nacionalismo exclusivista en nuestro país ha sido desde el principio un hilo rojo en la existencia de Ludo Martens. Tras el separatismo se esconde una agenda antisocial y antisindical peligrosa, dirá Ludo con frecuencia. Y cuando otros partidos, uno detrás de otro, se han escindido sobre la base lingüística, él mantuvo al PTB como único partido unido, cuyos miembros, de todas las regiones, colaboran en la realización de un mismo ideal.
Ludo Martens no solamente combatió el nacionalismo exclusivista, sino también al racismo que divide también al pueblo. En la universidad, amplió el movimiento a la cuestión de la liberación de los negros en los Estados Unidos. Y, mucho más tarde, tras el primer “domingo negro” de 1991 – éxito electoral del Vlaams Blok – era uno de los pioneros del movimiento por la igualdad de derechos. Con la campaña Objetivo 479 917, sostuvo la recogida de firmas para el derecho a la nacionalidad belga para los inmigrantes residentes en Bélgica desde hace un mínimo de 5 años. Tantas firmas como las que recogió la extrema derecha en las elecciones. Mientras que los pesimistas decían que era imposible, miles de militantes de todos los horizontes y de todas las edades recorrieron las calles. Finalmente recogieron más de un millón de firmas. En compañía de diez jóvenes mujeres inmigrantes, Ludo escribió el libro “Tien gekleurde meisjes” (Diez chicas en colores), otra arma en la lucha contra el racismo.

Obreros - estudiantes: un solo frente
Los encuentros que tuvo durante el periodo de Mayo del 68 influyeron su pensamiento y sus actos de manera decisiva. En Berlín, había conocido a estudiantes marxistas alemanes que le introdujeron a los textos de Marx y Lenin. Así, Ludo también inspiró al Sindicato de Estudiantes que consiguió abrir los ojos de los estudiantes hacia el mundo del trabajo: Obreros - Estudiantes: ¡un solo frente!
Ludo explicaba a menudo que la verdadera libertad de los intelectuales consistía en comprender cómo estaba hecha esta sociedad, de dónde provenía la injusticia, cuáles eran las leyes de la historia y del cambio y, a partir de ahí, cómo actuar. Cuando los trabajadores de la fábrica ABR en Lovaina se pusieron en huelga, los jóvenes estudiantes del SVB se declararon en solidaridad con ellos. Ello supone toda una revolución en la universidad de la derecha, puesto que apenas diez años antes, los miembros del KVHV todavía servían de tropas de choque contra los piquetes de huelga en 1960-1961 (contra la ley única). El sindicato estudiantil supo revertir la tendencia, y otros muchos movimientos de solidaridad vendrían después, entre otros con los trabajadores de Ford Genk.
Tras su expulsión de la Universidad de Lovaina, Ludo Martens había ido a la Universidad de Gante, donde proseguía el movimiento estudiantil. Se había convertido en uno de los dirigentes de la lucha contra la censura en la universidad. El Gentse Studentenbeweging (GSB, Sindicato de estudiantes de Gante), en el que estaban, entre otros, Renaat Willlockx y Bob Roeck, se unió rápidamente al movimiento global por una universidad democrática y desarrolló una solidaridad activa con los trabajadores.

La fundación de un partido obrero
Ludo era consciente de que, para los estudiantes, la elección determinante de su vida llegaba sobre todo al final de sus estudios. ¿Qué existencia elegir? ¿Cómo mantener el compromiso social? En este debate entre los estudiantes de izquierdas, la influencia de Ludo Martens fue importante. Juntos estudiaron, entre otros libros, la obra “¿Qué hacer?” de Lenin. Y varios jóvenes decidieron irse a las fábricas. Pero, una vez en la fábrica, ¿qué hacer allí? En enero de 1970, unos 25 000 mineros iniciaron una huelga salvaje de seis semanas. Frente a la influencia nacionalista de la Volksunie en la industria del carbón, fue fundado el Mijnwekerswacht, un comité de huelga en el seno del cual se encontraban jóvenes mineros, estudiantes con sensibilidad social y miembros del Sindicato de estudiantes. Kris Hertogen destacó allí como líder del movimiento. Pero en el contexto de una huelga larga y penosa, otro debate está teniendo lugar. ¿Teníamos que crear comités de huelga por todas partes para llegar a la fundación de un sindicato combativo? ¿O teníamos que intentar traducir en un partido obrero, de forma duradera, la fusión entre el movimiento obrero y el movimiento de los estudiantes comprometidos? Tras muchos debates y bajo la influencia de Ludo Martens, se decidió fundar un nuevo partido. Un partido de la clase obrera, y no un sindicato. Con un periódico nacional – que se iba a convertir en el actual Solidaire – y no un boletín que se limite a coordinar experiencias. “Todo el poder a los obreros”, TPO (“Alle macht aan de arbeiders”, AMADA), había nacido. Al cabo de diez años de trabajos preparatorios, será finalmente renombrado como PTB en 1979. Un partido al servicio del pueblo, ésa es su ambición. Es igualmente de este concepto que nació en 1971 la ONG Medicina para el Pueblo, gracias a Kris Merckx que creó un hogar médico de atención primaria que practica la medicina gratuita en los barrios obreros de Hoboken. El PTB tiene hoy más de 4500 miembros, es activo en 30 ciudades y en 120 empresas y oficinas, tanto en Valonia y Bruselas como en Flandes. Desde entonces, Medicina para el Pueblo cuenta con 11 centros de medicina de atención primaria, que emplean a 60 médicos y cuidan a más de 25 000 pacientes. En su obra “El partido de la revolución”, Ludo Martens ha plasmado la herencia de más de treinta años de experiencia en la lucha por la formación de un partido comunista obrero.

Asiduo y a caballo sobre el estudio
En el seno del joven partido, Ludo insistía en el estudio riguroso y concreto, basándose en los hechos. Llevó una lucha contra el discurso vacío y dogmático que se oye a veces. Hay que tener el espíritu abierto, y conviene aprender lo que ha de ser aprendido, decía a menudo. Así, en 1985, describió en “Pierre Mulele o la segunda vida de Patricio Lumumba” la vida del revolucionario congoleño Pierre Mulele. Consultó a numerosos expertos, incluso algunos con los que discrepaba en cuestiones fundamentales. Recuperará este estilo más tarde en su trabajo sobre Kabila. Escuchó a no menos de 1500 testigos y anotó todo con minucia, con su escritura minúscula tan típica. Ludo era perseverante y muy riguroso. Nada de medias tintas, cada uno tiene que superarse a sí mismo. Hay que poner el listón muy alto, estudiar y trabajar con rigor. Ésa era su visión de la política para formar responsables del partido.
Ludo era severo, a veces obstinado, pero ello no le impedía en modo alguno reconocer sus errores. Cuando la huelga de los mineros de 1971 no fue reconocida por los sindicatos, esto llevó al joven partido a seguir una línea hostil hacia los sindicatos. Pero la huelga de los obreros de los astilleros navales Boel, en Tamise, demostró que las cosas podían ocurrir de otra forma: una delegación sindical combativa y democrática, en un frente unido, goza del apoyo de todos los trabajadores. Esta experiencia convenció a Ludo de que era necesario iniciar el debate para cambiar de línea política. Nada de antisindicalismo, sino un reforzamiento de las fuerzas progresistas en el seno del sindicato. Hay que proteger el movimiento sindical de los ataques de la derecha y el establishment y de sacar lecciones de las experiencias y corregir los errores.

La contrarrevolución de terciopelo
En los años 60, los jóvenes fundadores del PTB fueron testigos de la progresiva erosión de los principios marxistas en la Unión Soviética. Vieron al régimen alejarse del pueblo y acaparar cada vez más privilegios. Vieron evaporarse la solidaridad internacional en beneficio de una política de conciliación con el imperialismo. El revisionismo del Partido Comunista de la Unión Soviética fue muy criticado y esto condujo a debates acalorados con el Partido Comunista Belga. Bajo la influencia de China, se llegó a pretender que la Unión Soviética estaba yendo irremediablemente por el mal camino y que había adoptado un comportamiento imperialista. Cuando a mediados de los años 80 se inició el debate en Moscú, Ludo no dudó en reexaminar las ideas del partido de manera crítica. Siguió criticando el estatismo del sistema y la erosión de los principios, pero propuso un análisis de la realidad más matizado, que no se limitaba a un análisis simplista o izquierdista. Si el capitalismo consigue realmente introducirse en la Unión Soviética, será una catástrofe, no solamente para los millones de personas que viven al Este, sino también para el movimiento obrero en nuestro país, decía Ludo. Esta es la principal constatación de “La contrarrevolución de terciopelo”, una obra que ofrece un análisis minucioso de esta revolución “suave” que opera en el Este. Si en otros libros y artículos, Ludo defendió los logros de los diferentes países socialistas, que según él fueron notables y ejemplares, también buscaba saber cuáles eran las causas de la degradación que había llevado al derrumbamiento del socialismo en el Este. Estos análisis han contribuido a ayudar a los comunistas del mundo entero a hacer el balance de la primera experiencia de construcción del socialismo en la historia contemporánea. Esta posición también está en los fundamentos de la organización anual del Seminario Comunista Internacional, un acontecimiento que en la época de la globalización, tiene por objetivo el contribuir a facilitar los intercambios entre partidos comunistas y a reforzar el movimiento comunista mundial.

Trabajar con personas que tienen ideas diferentes
Resultado de imagen de ludo martens ptbLudo nunca renunció a sus principios. En Lovaina, aprendió a dirigir un gran movimiento. Aprendió a sellar alianzas, a trabajar con gente que tienen ideas diferentes a las suyas. Cuando en 1986, el periódico De Morgen estaba hasta arriba de problemas, hizo un llamamiento para apoyar al periódico y decidió involucrar a todo el partido en esa campaña. Incluso si muchas personas no compartían las ideas de Ludo, todos fueron testigos del respeto que mostró en la cooperación. Aquello también fue un hilo conductor de sus acciones en el seno del partido. Jamás rehuir del debate, siempre mantenerse tranquilo (una tranquilidad que hacía que algunos se tiraran de los pelos), pero al mismo tiempo tener siempre argumentos y poner en cuestión las ideas de uno. Una divergencia de opinión es una divergencia de opinión, nada más. Ludo siempre buscó una manera de ofrecerle a cada uno el lugar que le permitía dar lo mejor de sí mismo. Estaba convencido de que el hecho de ser capaz de trabajar con personas provenientes de medios sociales diferentes y dotadas de capacidades diferentes permitió que nuestra organización se mantuviera unida, mientras que la mayoría de las organizaciones nacidas después de Mayo del 68 desaparecieron al cabo de algunos años por tensiones y conflictos internos.
Durante los diversos congresos del partido, Ludo Martens siempre fue reelegido presidente. No solo por sus méritos, sino también por los proyectos y los impulsos con los cuales le dio una orientación al partido. Era un hombre profundamente ambicioso. No obstante, en 1999, le preguntó a la dirección del partido si podía concentrar sus actividades militantes en el Congo. Aquella fue la ocasión para permitir a otros camaradas el poder dirigir el partido. Entre 1999 y 2003, el partido estuvo bajo la dirección de Nadine Rosa-Rosso, secretaria general. En 2004, el partido tuvo una dirección colegiada compuesta por Baudouin Deckers, Lydie Neufcourt y Peter Mertens. En 2008, Peter Mertens fue elegido como el nuevo presidente del partido por el congreso.
Lo que es menos conocido, es que fue el propio Ludo quien puso la primera piedra del renuevo del partido. En 1999, antes de irse al Congo, tras los malos resultados electorales del PTB, redactó un estudio considerable sobre el sectarismo que reinaba en la época en el PTB. Según él, el partido tenía que deshacerse de su actitud de dador de lecciones y de “siempre tengo razón”. Tenía que convertirse en un partido moderno, abierto, sin renunciar a sus principios. Es el renuevo que fue profundizado en 2004 y 2008, culminando en el VIII Congreso del PTB. Desde entonces, el PTB ha crecido hasta alcanzar los 4500 miembros.

Congo: devolverle la historia a quienes la hacen
Detrás de la apariencia, a veces severa, de Ludo, se escondía un hombre siempre abierto a las experiencias de todo el planeta. De hecho, fue en discusiones con los estudiantes latinoamericanos de Lovaina que Ludo y la generación de izquierdas de entonces conocieron la lucha del Che Guevara y las experiencias de Mao Zedong en la lucha contra el colonialismo y el imperialismo. Esta solidaridad internacional incondicional, que también se expresó plenamente en la solidaridad con el pueblo vietnamita, era una característica de Ludo. El líder estudiantil de los años 60, que tuvo la posibilidad de forjarse una carrera burguesa (y más de uno de entre sus compañeros de viaje de Mayo del 68 terminó escogiendo este camino), eligió tener una vida simple. No se dejó seducir por los grandes salarios o por signos exteriores de riqueza. Su mirada estaba hecha a la medida del mundo, su estilo de vida era modesto.
Así fue también en el Congo, donde pasó desde 1999 sus últimos diez años de vida activa. En 1968, el joven Ludo ya estaba convencido de que teníamos, como revolucionarios y anticolonialistas, el deber de apoyar la liberación del pueblo congoleño. El colonialismo belga fue particularmente cruel; no había dado a los congoleños ninguna posibilidad de cursar estudios. Es uno de los motivos de la situación catastrófica de este rico país de África. La falta de cuadros ha permitido a Mobutu crear en su etapa en el poder una capa de políticos corruptos, siempre dispuestos a entregar a empresas occidentales las riquezas de su país. Ludo se involucró en la ayuda activa a la liberación del Congo. Apoyó a los congoleños que buscaban sacar a su país de la miseria; les ayudó a recuperar la confianza en ellos mismos, a mirar con orgullo su propia historia, a redescubrir el pasado revolucionario del Congo. Quiso devolver la historia a quienes la hacen. Era el objetivo de sus libros sobre Pierre Mulele, Léonie Abo y Laurent-Désiré Kabila, de los que los expertos reconocen su seriedad, y sus oponentes su tremenda eficacia. Por desgracia, la enfermedad impidió que pudiera terminar este trabajo. Desafortunadamente, nos toca ahora a nosotros devolver la historia a Ludo. Pero sus libros, la organización que ayudó a poner en pie y los miles de militantes que ha inspirado en el mundo forman una base sólida para continuar la lucha de liberación.

jueves, 24 de agosto de 2017

Reseña de Stalin Insólito

“Un libro incómodo”
Para poder valorar un libro, es preciso haberlo leído. Tal afirmación, tan obvia, parece que no se ha cumplido con la obra Stalin ¡insólito! de Ricardo E. Rodríguez Sifrés (Templando el acero, 2017), que en varios medios ha sido condenada sin que se le haya concedido el beneficio de la duda, esto es, haberla leído previamente.
Es de sobras conocido que la figura de Stalin ha generado (y genera) una cantidad de bibliografía ingente, que resulta prácticamente imposible abarcar. Además, debemos considerar más factores que dificultan su valoración como personaje histórico. En primer lugar, la contundencia con que ha quedado fijada la imagen arquetípica de un Stalin perverso, cruel y tirano. En segundo término, la dificultad, para quien no sabe ruso, de poder acceder a los archivos y a la reciente bibliografía escrita en ese idioma sobre el político georgiano. En tercer lugar, el problema que supone discernir entre el estudio histórico (que aspira a la objetividad, a pesar de que esta sea imposible) y la ideología política del autor que escribe un texto. Por último, creo que también es un problema no disponer de una edición crítica de las obras completas de Stalin. Las fuentes primarias siguen siendo fundamentales. A diferencia de Karl Schögel (“han quedado atrás aquellos tiempos en los que cabía imaginar que el estudio de los textos de Marx y de Lenin podía contribuir al entendimiento de ese gran caos tumultuario que fue la Rusia del siglo XX”, Terror y utopía. Moscú en 1937, 2014, El Acantilado, p. 26), considero que la lectura de las obras de Stalin sigue siendo fundamental para el estudio de su figura.
La obra de Rodríguez Sifrés resulta incómoda porque no constituye una apología hagiográfica de Stalin. El autor no duda en reconocer los errores de su gobierno, y lo hace explícito en reiteradas ocasiones (“hubo muchas equivocaciones, errores, derrotas, arbitrariedades, violencia, injusticias, avances y retrocesos”, p. 55, y también en p. 41, 56-58, 467). Además, y de manera inteligente, el autor no duda en emplear fuentes claramente críticas con la obra política de Stalin (entre otros, Conquest, los hermanos Medvedev, Locqueur o Rayfield), de manera que el lector se siente desconcertado en diversas ocasiones, ya que no sólo se han empleado fuentes que pudieran resultar útiles para conseguir vindicar la figura de Stalin.
Para el autor, a pesar de los errores que se cometieron, la valoración sobre Stalin es eminentemente positiva. A pesar de los errores, considera que la Revolución se consagró, y la URSS que dejó tras su muerte era más fuerte que la que se encontró cuando llegó al poder. Soy de la opinión que aún nos faltan varias décadas para poder entender con precisión qué supuso el mandato de Stalin, tan extenso en el tiempo como complejo en su evolución.
Algunas consideraciones más. Creo que el libro hubiera ganado en profundidad si se hubiera atendido a otros aspectos, a saber: llama la atención la ausencia de referencias a la historia de Rusia en general, para entender el miedo e inseguridad de sus gobernantes (ya desde los tiempos de los zares) a una posible invasión extranjera, tal y como intuyó hace décadas Ian Grey, que comparó a Stalin con Iván el Terrible. Esta línea de investigación, planteada recientemente por James Harris (El gran miedo. Una nueva interpretación del terror en la Revolución Rusa, Crítica, 2017), resulta muy atractiva, a la vez que ha evidenciado de manera empírica que Stalin no era un paranoico que dictaba las confesiones en los llamados “juicios de Moscú” (“no hay pruebas que indiquen que Stalin dictó el contenido de las confesiones como parte de algún plan cuidadosamente urdido para deshacerse de quienes en otra época habían sido sus rivales y otros viejos bolcheviques”, El gran miedo, p. 175) . Por otra parte, se echa de menos un estudio más detallado sobre el tema del culto al líder, una de las mayores acusaciones que recaen aún sobre Stalin. Además, la figura de Beria (tan criticada por Svetlana Allilúyeva) hubiera merecido, quizás, una atención más destacada, así como el controvertido apartado sobre el gulag. Aspectos como la repercusión económica de este podrían haberse tratado, a la vez que se echa de menos la referencia a la obra de Anne Applebaum, sobre todo por la cantidad de fuentes primarias que dicha autora incluye (Gulag, Debate, 2012). Otros temas como el llamado “complot de los médicos” o la memoria sobre Stalin, especialmente durante los mandatos de Brézhnev, Andrópov y Chernenko, podrían haber sido interesantes para conocer la opinión del autor, puesto que el tema de Kruschov y Gorbachov se trata de manera amplia en la obra. Por último, la bibliografía debería citarse siguiendo cánones académicos.
En cualquier caso, se trata de una obra que merece ser leída, escrita con un estilo ágil y diáfano, y que ayuda a replantear una figura tan compleja y escurridiza como la de Stalin.
Shok

domingo, 13 de agosto de 2017

Próxima salida

Segundas ediciones corregidas ya muy pronto, se aumentaron margenes en el clásico de Ludo Martens y se comenzo de nuevo con la obra de Maite Campillo. Previstos para 25 de Agosto.

miércoles, 2 de agosto de 2017

Evald Vasiliev Ilienkov

Filósofo marxista soviético (1924-1979).
Presentación
Si hemos de hacer caso al número de publicaciones dedicadas a Ilienkov tras la caída de la URSS, Ilienkov es el filósofo de la era soviética más influyente en la filosofía rusa actual junto a Bogdanov — cuya Tectología ha vuelto a ser publicada en ruso y en inglés — y a Kedrov, el padre de la filosofía de la ciencia soviética, al que la renovada Voprosy Filosofii dedicó recientemente un número monográfico.

Biografía

En su adolescencia, Ilienkov mostró una gran inclinación al arte, en especial a la música. Admirador de Ricardo Wagner, le atrajo de él la representación trágica del poder absoluto y de la autoridad, así como la dialéctica — que, según él, podía percibirse en Wagner — de la aniquilación de las relaciones humanas 'orgánicas' o naturales: la amistad, el amor, la sangre.
Imbuido de estas ideas melómanas, Ilienkov entró en 1940, en el Instituto de Filosofía de Moscú, especializándose en literatura e historia de la filosofía. En especial, la filosofía de Benito Espinosa llamó su atención, llegando a leer con profusión todo lo que del filósofo hispano-holandés se encontraba en los fondos del Instituto. A través del espinosismo, asimiló las lecciones de su profesor y mentor Boris Stepanovich Tchernyshev, especialista en filosofía clásica alemana que dictó unas famosas conferencias sobre la Lógica de Hegel en la institución moscovita, que marcaran para siempre la trayectoria de Ilienkov.
Mantuvo estrecha relación con V.F. Asmus (teórico constructivista de la literatura ), A. Leontiev (psicólogo) y A. F. Losev (uno de los pocos 'idealistas militantes' de la URSS).
Ilienkov será uno de los encargados de revitalizar la filosofía soviética. Para Ilienkov, el primer filósofo que presentó una visión clara del materialismo es B. Espinosa

Aportación filosófica
Representante de lo que se ha venido llamando la rama hegeliana del Diamat, acerado crítico del positivismo, Ilienkov defendió la vinculación orgánica entre la lógica y la historia, manteniendo la naturaleza procesual-estructural de la formación de las categorías. En su trabajo de posgrado de 1956, La dialéctica de lo abstracto y lo concreto en El Capital. Unos comentarios en Pravda supusieron su retirada de la Facultad de Filosofía de la Universidad Estatal de Moscú, a la que había accedido.
La unidad de lo objetivo y lo subjetivo a partir de la mediación de la actividad humana lo hizo sospechoso de idealismo sobre todo entre las tendencias más 'mecanicistas' de la filosofía soviética.

Final

A mediados de los sesenta, Ilienkov entró en el Instituto de las Ciencias de la URSS en Moscú, en la sección de Filosofía, por entonces dirigida por Pável Vasílievich Kopnin, sus trabajos fueron aceptados por la ortodoxia soviética, quien los tradujo y difundió por el extranjero en las editoriales estatales.
La producción filosófica de Ilienkov coincide en el tiempo con la degradación sociologista e historicista que sufrió el marxismo 'occidental', quien intentó reivindicarlo en algunas ocasiones, aunque a menudo Ilienkov es presentado como influido por el 'escolasticismo soviético'. En rigor, la filosofía de Ilienkov — y en esto se muestra su formación en el seno académico del marxismo soviético — se opone a las tendencias historicistas, pues su historicismo es lógico-material y no sociologista o psicologista, defendiendo la objetividad y verdad de las categorías.
Ilienkov se suicidó en marzo de 1979. Las causas que le llevaron al suicidio no están claras.

Citas

Contra el realismo ingenuo y el positivismo:
«El hombre (...) no analiza los hechos empíricos con una conciencia 'vacía' sino con una conciencia que se ha desarrollado en el curso de su educación. Es decir, capta siempre los hechos desde el punto de vista de tal o tal concepto. Lo quiera o no, no puede sin esto pensar activamente, comprender los hechos; en el mejor de los casos no puede sino constatarlos activamente (...) Quien cree expresar los hechos 'absolutamente sin idea preconcebida', sin ningún concepto 'anteriormente admitido', no está desprovisto de ellos. Al contrario, es inevitablemente esclavo de los conceptos más vulgares y más absurdos». (Ilienkov, 1971, pág. 62).
Sobre el proceso de deducción lógico-material de los conceptos y categorías:

«El caballo y la vaca no provienen, naturalmente, de un 'animal en general', lo mismo que la pera o la manzana no son los productos de la autoalienación del concepto de fruta en general. No hay lugar a dudas de que la vaca y el caballo, en la noche de los siglos, tuvieron un antepasado común, y la manzana y la pera son también los productos de la diferenciación de una forma de fruta común. Ese antepasado común real de la vaca, del caballo, de la liebre, del zorro, de todas las otras especies de animales actualmente vivos no existía en el seno de la razón divina o bajo una forma de idea del animal en general, sino en la naturaleza misma, como especie completamente real y particular, que debía reproducir las otras especies por vía de diferenciación. Esta forma general de animal, o, si se quiere, este animal como tal, no es en absoluto una abstracción que contiene en sí lo que las especies animales actualmente vivas tienen en común entre ellas. Este general es al mismo tiempo una especie particular que posee no solamente y de tal suerte los rasgos que se conservaron en todos sus descendientes y le son comunes, sino también los rasgos propios completamente específicos y de los cuales una parte ha sido heredada por los descendientes, mientras que la otra se perdió y ha sido reemplazada por rasgos diferentes. Es en absoluto imposible construir un modelo concreto del antepasado común del cual provienen todas las especies actualmente existentes a partir de los caracteres que son inmediatamente comunes a estas especies». (Ilienkov, 1971, Págs. 103-104).