martes, 18 de agosto de 2015

Engels editor de Marx

¿Se conocía en realidad bien la obra de Marx, incluida La Ideología Alemana, después de su muerte? A la muerte de Marx, Engels se transformará en su primer editor, enfrentándose con este gigantesco filón de manuscritos codificados en la minúscula letra característica de su amigo y con cuidado trató de salir del problema, preparando la edición de los tomos restantes de El Capital. Una de las razones que esgrimía Engels para no trasladarse a Alemania, tal como se lo pedían desde el recién creado SPD, era su deseo de completar el trabajo de edición del Nachlass de Marx que se encontraba en Londres. Como una especie de Theofrasto moderno, Engels, con 62 años, se ocupó del desciframiento y edición de los manuscritos de su compañero, temiendo no concluir con esa misión, pues, como le confesara a Lavrov por carta: “…soy el único ser viviente que puede descifrar esa escritura y esas frases abreviadas…”. Es curioso que Engels, incluso con Marx en vida, había vislumbrado su papel de editor póstumo, ya sea por las limitaciones del propio Marx, ya por conocer el ritmo del trabajo de su amigo; recién fallecido Marx, Engels confesaba a Sorge que era mejor que se lo hubiera llevado la muerte, ya que: “…vivir teniendo ante él numerosos trabajos inacabados, devorado por el ansia de acabarlos y la imposibilidad de conseguirlo —esto le hubiera sido mil veces más doloroso que la dulce muerte que se lo ha llevado.” Al morir Marx surgió inmediatamente la idea de unas obras completas, que incluyeran todos sus trabajos juveniles, a pesar del desdén oficial del SPD y sus ideólogos.

 En un año tan temprano como 1883, la socialdemocracia rusa reunida en el Congreso de Copenhague realizó un llamado al SPD alemán para iniciar una edición popular exhaustiva .  Un año más tarde, abril de 1884, el propio Engels le comenta la misma necesidad a Rudolf Mayer, hablando de una edición lo más completa posible de los ensayos dispersos de Karl Marx: “…Gesamtausgabe von Marxens zerstreuten Aufsätzen…”.En mayo de 1885 es Hermann Schülter, responsable del diario socialdemócrata suizo Sozialdemokrat, quién le propone a Engels un plan de editar un tomo de compilación de escritos inéditos de Marx, que incluyera los de juventud, dentro de una futura serie titulada “Sozialdemokratische Bibliothek” . Otro visitante ruso en Londres, Voden, precisamente del grupo de Plejanov, que presionaba para editar todas las “viejas cosas” de Marx, le invitó Engels a ver los manuscritos con una gran lupa. Voden leyó el capítulo de la Die deutsche Ideologie, “Sankt Max”  (el Anti-Stirner), una versión más extensa de la Kritik a la filosofía del derecho hegeliana y otras partes de la Die deutsche Ideologie (las partes contra Bruno Bauer), y comprobó horrorizado lo difícil que era “descifrar los originales de Marx, cuya caligrafía me hicieron comprender la desesperación de sus profesores en la época de Tréveris”. Al mismo Voden le explicó su dilema el viejo General: “¿debería emplear el resto de su vida en publicar viejos manuscritos del trabajo publicista de los años 1840’s, o bien debería (después de haber publicado el tercer tomo de Das Kapital) editar los manuscritos de Marx sobre la historia de las teorías de la plusvalía?”

 En ese mismo encuentro Voden descubrió cierta aprensión de Engels hacia el Nachlass juvenil de Marx, incluida la Die deutsche Ideologie: “Nuestra siguiente charla giró en torno a los primeros escritos de Marx y Engels. Al principio, Engels pareció algo turbado de que yo mostrara mi interés por ellos… Engels preguntó cuáles eran los primeros escritos que le interesaban a Plejánov y sus seguidores y cuál era la razón de su interés. En su opinión tendría que ser suficiente el fragmento sobre Feuerbach, que él consideraba el más sustancioso de aquellas ‘viejas cosas’… Aproveché para volver sobre los primeros escritos de Marx, rogando a Engels que por lo menos arrancara los más importantes de un olvido inmerecido. Afirmé que las ‘Tesis sobre Feuerbach’ no eran suficientes. Engels contestó que para poder penetrar en aquellas ‘viejas historias’ era imprescindible estudiar al propio Hegel, cosa que hoy en día ya no era asunto de cualquier persona.” Pareciera que Engels o bien no tuviera tiempo para publicar todo el Marx disponible y desconocido o bien considerara al Nachlass, en el contexto del espectacular crecimiento electoral del SPD, de poca significancia práctica y limitado alcance ideológico.
Sostenía que aunque su contenido tuviera algún interés, su estilo semihegeliano, que ambos utilizaban en ese período, hacia esos textos intraducibles y, aparte, al estar escritos en alemán y con connotaciones culturales precisas, “habían perdido gran parte de su significado” . Engels, por ejemplo, se resistió a una traducción francesa del trabajo Kritik: Einleitung de 1857, y lo mismo con la edición de la correspondencia, el Briefwechsel von 1853, cuyo lenguaje calificaba como de “incomprensible” para el lector medio .

Engels falleció en 1895, dejando su misión inconclusa, que él mismo calificó irónicamente como de “mera selección” entre las diferentes versiones y diferentes redacciones trabajadas por Marx, sirviéndole de base siempre la última redacción disponible cronológicamente y cotejándolas con todas las anteriores. Es evidente que salvo raras y fortuitas excepciones (como el caso del capítulo “I. Feuerbach” de la Die deutsche Ideologie), Engels privilegió, casi exclusivamente, el trabajo editorial y de popularización en torno a la obra de crítica de la economía política y Das Kapital. Sabemos que esta obsesión engelsiana se debía al intento de realizar una obra orgánica y en lo posible, completa y sin fisuras, que pudiera enfrentarse la serie de críticas que surgían desde círculos burgueses, economistas neoclásicos y la academia. De esta manera finalizó la primera operación editorial sobre los manuscritos de Marx, realizada por aquel que siempre se consideró el “segundo violín”. Fue durante este trabajo de edición que polémicamente se constituyó el Marxismo como doctrina, lo que podría dar una hipótesis plausible de hasta qué punto y en qué medida tales presiones “políticas” externas influyeron sobre el propio trabajo editorial de Engels . El único fragmento juvenil de Marx que Engels dio a luz de la Die deutsche Ideologie fue “I. Feuerbach”, que ahora sabemos fue cuidadosamente “editado” cuando apareció en 1888 como apéndice la edición en forma de libro de su artículo “Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana” . El Engels tardío se encuentra en medio de una situación histórica inédita, que le exige nuevas tareas dentro de su trabajo ya no de difusión, sino de polémica “defensa” del legado de Marx.

Los avatares en la edición de las obras de Marx y Engels

sábado, 15 de agosto de 2015

ENGELS del historiador aleman Heinrich Gemkow


Marx y Engels forman la pareja más importante de la filosofía política. Se complementaban perfectamente.
Marx lo llamaba una "enciclopedia andante".La historia no ha sido muy benevolente con Engels, oculto bajo la sombra de un gigante y además denunciado por algunos seguidores de su maestro.
Engels era más pragmático en la política. No era un gran filósofo político como Marx. Era consciente de que necesitas una maquinaria política para conseguir resultados. Siempre estaba presionando a Marx para que terminara los escritos con los que guiar al movimiento político. Tenía un punto de vista mucho más práctico al enfrentarse a la política. Sobre asuntos como la vida en las grandes ciudades, el imperialismo o el feminismo, era capaz de conducir a Marx en distintas direcciones. Lo más importante es que Engels comprendía la realidad práctica del capitalismo, cómo funcionaba por su experiencia en Manchester (donde trabajaba como gerente de la empresa de su familia).
De día dirigía una empresa y de noche conspiraba como revolucionario para acabar con el capitalismo.
Eso lo cuenta bastante bien un sobrino que le visitó en Manchester y que le hizo esa pregunta. Su respuesta fue que tenías que hacer esas cosas bajo el capitalismo para poder sobrevivir. Todo el dinero que ganaba lo utilizaba para financiar a Marx y acabar con ese sistema social. Personalmente, para él era terriblemente incómodo y en sus cartas a Marx aparece ese sentimiento, pero en cierto modo ese es el acuerdo al que llegó con el sistema. Nunca pensó que tenía que disculparse por eso.
Y nunca pensó en renunciar.
En su libro sobre la clase obrera en Inglaterra, vemos al Engels ensayista pero también al periodista que busca hechos en la calle.
Engels descubre que Marx ya es una gran figura histórica. De forma consciente, da un paso atrás. Ahí está esa gran frase cuando dice: "Yo estaba contento con ser el segundo violín ante tan gran primer violín como era Marx". Por eso, tendemos a olvidar su gran contribución. Pero siempre estuvo ahí para apoyar a Marx. Es aún más cierto después de la muerte de Marx, cuando se convierte en guardián del legado de su amigo.
Y le perdonaba todo. Marx era un desastre en muchas cosas de su vida personal y siempre estaba pidiéndole dinero.
La única crisis fue cuando Marx fue especialmente insensible tras la muerte de Mary Burns. Engels le escribe para contarle que Mary ha muerto. Marx le responde: "Eso es terrible, pero necesito cinco libras para el colegio de las niñas". Aparte de esa situación, fueron inseparables.
Tras participar en los combates en Alemania de la revolución de 1848, Engels regresa a Manchester. ¿Es una humillación?
Lo es. Es terrible para él. Pero pronto vuelve a darse cuenta de que, con independencia de cómo ha sido su vida en los últimos diez años, de sus expectativas, debe sacrificar sus ambiciones como revolucionario, y seguir trabajando en la industria del algodón y manteniendo a Marx, lo que fue un gran sacrificio.
Para escribir El capital', Marx reclama datos y cifras que desconoce.
Cuando Marx intenta comprender el funcionamiento del capitalismo, depende por completo de la información que le da Engels sobre la evolución de los salarios, el funcionamiento de la producción o la Bolsa. Eso condiciona su visión de Marx del capitalismo porque todo se refiere a la industria del algodón de Manchester, que es una evolución extrema y avanzada de lo que era el capitalismo de la época.
¿Podríamos imaginarnos cómo hubiera sido Marx sin Engels?
Marx seguiría siendo lo que fue, pero sin Engels no hubiera existido la maquinaria política, la propagación de sus ideas y la internacionalización. Le hubiera faltado la aplicación de sus ideas al imperialismo y al feminismo. No creo que el marxismo hubiera evolucionado de la misma manera.
La familia de Marx apodaba a Engels ‘el General’ por sus artículos periodísticos sobre temas militares. Era un experto de sofá, pero llegó a publicar buenos artículos sobre la guerra de Crimea y la guerra franco-prusiana en la prensa inglesa.
Desde joven, no era alguien que volviera la espalda a una pelea. Se inició en la esgrima, y no como deporte. Llegó a participar en algunos duelos. “Con el segundo, me batí ayer y le asesté una buena encima de la ceja, desde arriba, una verdadera parada de primera”, escribió en una carta.
Engels era un hombre de acción y de costumbres poco convencionales en un revolucionario. Sus textos se convirtieron en guía del feminismo marxista, pero antes, y para escándalo de unos cuantos comunistas puritanos, no perdía la oportunidad de pasearse con numerosas amantes.
Sin embargo, unos meses después estaba en Alemania y participó en primera línea del frente en los ataques contra la infantería prusiana. Nunca permitió que sus correligionarios olvidaran que había estado en las barricadas.
En Londres disfrutó de la libertad que nunca tuvo en Alemania. Todos los domingos su casa se abría a amigos para beber y discutir bajo una discreta vigilancia policial. “Es evidente que esos imbéciles piensan que estamos fabricando dinamita cuando en realidad hablamos de whisky”, se reía Engels.
Ya disponible:
F. ENGELS, de Heinrich Hemkow
1ª edición, Pamplona, Agosto 2015
21×15 cms., 481 págs.
Cubierta a todo color, con solapas y plastificada brillo.
PVP: 20 euros
Pedidos: maimar_1@hotmail.com
Edición original del Instituto de Marxismo Leninismo del Comite Central del partido Socialista Unificado de Alemania.

domingo, 9 de agosto de 2015

El Prestigioso Historiador Pierre Vilar sobre Stalin

Yo quisiera decir primero que la palabra “presentación” conviene mal para las palabras que voy a pronunciar, y que serán pocas. No puedo hablar de las particularidades de la edición que se nos ofrece, pues son los mismos responsables de ella los más calificados para hacerlo.
Y si se tratase de “presentar” en algunos minutos la obra de Stalin como conjunto y método de pensamiento, como testimonio y preparación de su papel en la historia, yo no me sentiría a la altura, francamente, de tal presunción.

Yo quisiera decir sencillamente por qué he aceptado estar esta noche entre vosotros, como había aceptado, en el año del centenario, en 1979, escribir algunas observaciones sobre la parte de la obra de Stalin que pienso conocer un poco mejor: lo que se refiere a la definición y a la historia del hecho nacional. Otros puntos, otros dominios, en los que me siento menos calificado, no dejaré, naturalmente, de señalarlos, pero de una manera más rápida.

En 1962, yo dediqué tres volúmenes, gordos, demasiado gordos, a ciertos aspectos de la historia de Cataluña. En el prefacio, resumiendo las teorías, los análisis que se habían hecho, a través de la historia, sobre naciones y nacionalidades, yo señalaba que las obras de Stalin, en este dominio, eran, al mismo tiempo, las más claras y las más profundas para elucidar el valor de estas palabras y los hechos que podían designar. Mucha gente, desde entonces, ha interpretado mi posición, sea como si yo, partiendo de las frases de Stalin, las hubiera aplicado al caso catalán, como si fuesen un dogma; sea como si yo las hubiera citado porque, en los años en que preparaba mi libro, la referencia a Stalin “era de moda”. Interpretación disparatada. ¿Podía yo, tratándose de un problema de “nacionalidad”, ignorar las obras del que Lenin, en 1917, había designado como “Comisario para las Nacionalidades”, y que, desde ese puesto, había construido una federación de nacionalidades de tipo absolutamente nuevo? ¿Cómo no me hubiera interesado el pensamiento que le había permitido llegar a semejante construcción? Y como encontré en la expresión de este pensamiento, líneas teóricas fundamentales, las cité. Fue una sencilla manifestación de honradez intelectual.



Muy recientemente, acabo de leer un librito, de lo más superficial sobre el tema catalán, que se atreve a escribir:
El bolchevique georgiano no había hecho en 1913 sino una poco brillante abstracción de los elementos comunes de las grandes naciones-Estados europeos, formadas en los siglos XVIII y XIX bajo hegemonía burguesa”.
Es exactamente como si el autor de un manual de tercera fila para principiantes en Física, se permitiera escribir que Newton, o Einstein, no habían hecho sino una “poco brillante abstracción” de los conocimientos en Física de su tiempo. Además, la afirmación de que Stalin ha considerado únicamente la nación burguesa no es exacta, pues Stalin, analizando, en 1904, la cuestión georgiana, dice que hubo una “cuestión nacional” de los feudales, una “cuestión nacional” del clero, una “cuestión nacional” de los burgueses y de los pequeño-burgueses del “Sakartvelo”, periódico con el cual polemizaba, añadiendo que se podía prever, en el porvenir, una “cuestión nacional” de los proletarios, y, por acabar, la frase fundamental:
“La cuestión nacional, en las diversas épocas, sirve intereses distintos, adquiere matices distintos, en función de la clase que la plantea, y del momento en que la plantea”.

Repito que una frase de contenido tan denso, es de la categoría, en el campo del análisis histórico, de las ecuaciones fundamentales en el campo de la Física. Si no se tiene presente en todo momento, no se entiende nada ni de la cuestión nacional, ni siquiera de toda la historia del siglo XX, siglo de las liberaciones nacionales, de la descolonización.

Se suelen olvidar en muchas obras de gran pobreza intelectual, y que se creen “brillantes”, los hechos más enormes de la historia. Yo recuerdo siempre, y cito en varias ocasiones, una serie de la Televisión Francesa en que Bernard Henry Levi, “joven filósofo” pasado de un maoísmo descabellado a un reaccionarismo de lo más negro, tomaba esa actitud de superioridad, de desprecio, de condescendencia hacia el pensamiento bolchevique de la primera mitad del siglo XX. Alejandro Sanguinetti, diputado gaullista, pero buen historiador y formado en la resistencia de los años 40, se levantó y dijo: Joven esta gente ha hecho una revolución, y no una pequeña; ha ganado una guerra, y no una pequeña, y se ha guardado su imperio colonial, que es lo que no se les perdona. Ahora bien –yo añado– si se han guardado este imperio colonial, es que han dejado de considerarlo como tal. Es que han tenido una política de las nacionalidades. Después de los primeros choques determinados por los elementos burgueses o feudales de los confines euro-asiáticos, han establecido un nuevo tipo de relación entre los pueblos y poderes revolucionarios, y asegurado un nivel de desarrollo completamente distinto del que los imperialismos burgueses permitían a los territorios de sus colonias. Si las cosas fueron así, es el pensamiento de Stalin en este dominio lo que lo permitió. Y si han podido producirse cambios, fue después de su muerte. Toda la historia del siglo está ligada al conocimiento de sus tesis. No se trata pues, ni de “moda” ni de “brillantez”.


Obra editada y revisada por STALIN


Pero es precisamente porque el georgiano Stalin fue el especialista reconocido de la cuestión nacional en el pensamiento leninista y bolchevique, que la historiografía especializada, allí, en el antibolchevismo, le quiere quitar importancia y no duda, para hacerlo, en deformar la realidad.

Es así como el doctor Pipes, considerado en Estados Unidos como gran experto en sovietología (por eso es consejero del presidente Reagan, y eso no deja de inquietarme), ha afirmado, en un libro muy conocido, de 1954, con toda tranquilidad, que si Stalin, en 1913, estuvo encargado por Lenin de redactar un artículo sobre la cuestión nacional, fue “por casualidad”, porque el georgiano especialista, Shamian, no estaba disponible: que Stalin no había publicado nada sobre el tema, y que era un perfecto desconocido, de Lenin en particular. Y esto cuando, en las primeras páginas de todas las obras completas de Stalin, figura el artículo de 1904, del cual he citado las fórmulas fundamentales sobre la cuestión nacional. Además, Stalin había encontrado a Lenin en Tammerfors en 1905, en Estocolmo en 1906, en Londres en 1907. Y se sabe que, en 1912, en una carta a Gorki, Lenin habla del “maravilloso georgiano” que está redactando el artículo sobre nacionalidades. Es verdad que, según me ha contado Garaudy cuando era encargado de la edición francesa de las obras de Lenin, las autoridades jruschovistas habían suprimido esta carta de la edición rusa, y querían impedir que figurase en la francesa. Así se escribe la historia.

En cuanto al artículo de 1913, el antiestalinismo suele contradecirse. Trotski, demasiado inteligente para encontrarlo “malo”, dice que el mismo Lenin lo había corregido, casi redactado, línea por línea. Pero más corriente, hoy en día, es afirmar que a Lenin el artículo no le gustaba. Será por eso, probablemente, que ha escogido a Stalin como “Comisario para las Nacionalidades”.

En cuanto al fondo del artículo, suele escribirse que la definición de la nación es vulgar, pedagógica, empírica, etc. Lo que no se dice es que no es una definición sino un programa de investigación para cada caso concreto.
La nación es una comunidad (genlimehafl, no gesellshaft) humana, estable, históricamente constituible: es un problema de la conciencia de grupo, en la larga duración –una de las dimensiones del tiempo histórico–: además es un producto de la historia, –no de la divinidad, ni de la naturaleza– no es nada “transhistórica” como pretendía Poulanzas.

Idioma, territorio, vida económica, formación psíquica y cultural: todos los elementos han de ser reconstituidos y estudiados, con varios matices en los casos concretos. Pero si este hecho de larga duración, y psicológicamente eficaz, puede ser utilizado sucesivamente por clases distintas, es porque existe. Pero Luxemburg, que consideraba también el hecho nacional como un instrumento de clase, había escrito que era un “estuche vacío” en el cual cada clase ponía sus propias visiones.

Stalin, –como Lenin– no cree que se puedan utilizar estuches vacíos. El hecho nacional es históricamente utilizable porque existe. Todo el siglo XX verifica la visión estaliniana de la nación.

Y hay que leer seriamente los textos enteros. En el artículo de 1913, unos fabricantes de “obras selectas” suprimen generalmente el mejor estudio sintético del hecho nacional en el siglo XIX que nunca haya sido escrito. Es verdad que en Occidente, fuera de las naciones-Estados de tipo francés, o alemán, Stalin ignora, en 1913, el caso español. Trabajó sobre los casos de Europa Central. Pero establece perfectamente la jerarquía de los factores y de los actores.

Se dice muy a menudo que Stalin reduce la cuestión nacional a la del mercado. Pero leamos el texto y veremos si es “dogmático” y unilateral.

Para cada problema hay que leer a Stalin, obra que se consulta, como la de Marx. No se trata de leerlo de un tirón. Se trata de buscar, cada vez que uno se sienta cuestionado por la realidad, lo que Stalin, confrontado con una realidad del mismo tipo, ha escrito sobre ella. Es evidente que no se sacarán de la lectura conclusiones mecánicas. Se dice a menudo que Stalin imponía su artículo de 1913 como un catecismo. Pero, en una controversia sobre el hecho nacional, él mismo reprochó a un interlocutor haber tomado en 1925 el artículo de 1913 como referencia. Es fácil acusar sin haber leído.

Un último punto: el último mensaje de Stalin, “Los Problemas Económicos del Socialismo en la URSS”. Una obra fundamental: jóvenes tecnócratas empezaban a afirmar que todos los problemas de la URSS se resolverían por el progreso técnico. Stalin, que era un entusiasta del progreso técnico, ponía su país en guardia contra la idea de que las fuerzas productivas son el único factor de la transformación de una sociedad. Si las relaciones de producción, las estructuras sociales y la psicología colectiva, no cambian resueltamente, el progreso técnico se estancará. Y explicaba que el comunismo exigía todavía muchos cambios, particularmente el acercamiento del trabajo del campo y del trabajo industrial, del trabajo físico con el intelectual. Aconsejaba la educación politécnica y dibujaba un porvenir donde todos los hombres podrían tener numerosas posibilidades, cambiar de oficio para disfrutar de varios tipos de trabajo, y volver, con más tiempo, liberado por la técnica, a hacer del trabajo un gusto, como lo anunciaba Marx.

martes, 4 de agosto de 2015

Novedad, ENVER HOXHA, Obras Escogidas I

Ya disponible:
ENVER HOXHA, Obras Escogídas I
1ª edición,  Agosto 2015
910 págs.
Cubierta a todo color, con solapas y plastificada brillo.
PVP: 25 euros
Pedidos: maimar_1@hotmail.com

Edición original 8 Nentori
Tirada limitada 75 ejemplares

¿Por qué el camarada Stalin fue condenado en el XX Congreso sin que los otros partidos comunistas y obreros del mundo fueran consultados previamente? Por qué ante los partidos comunistas y obreros del mundo se lanzó súbitamente el “anatema” contra Stalin, y muchos partidos hermanos se enteraron de esto sólo cuando el imperialismo hizo imprimir en gran cantidad el informe secreto del camarada Jruschov? (Enver Hohxa)

lunes, 3 de agosto de 2015

Nuevo!! F. ENGELS de Heinrich Gemkow

Ya disponible:
F. ENGELS, de Heinrich Hemkow
1ª edición, Pamplona, Agosto 2015
21×15 cms., 481 págs.
Cubierta a todo color, con solapas y plastificada brillo.
PVP: 20 euros
Pedidos: maimar_1@hotmail.com

Edición original del Instituto de Marxismo Leninismo del Comite Central del partido Socialista Unificado de Alemania

LENIN sobre Engels:
El 5 de agosto del nuevo calendario (24 de julio) de 1895 falleció en Londres Federico Engels. Después de su amigo Carlos Marx (fallecido en 1883), Engels fue el más notable científico y maestro del proletariado contemporáneo de todo el mundo civilizado. Desde que el destino relacionó a Carlos Marx con Federico Engels, la obra a la que ambos amigos consagraron su vida se convirtió en común. Por eso, para comprender lo que Engels ha hecho por el proletariado es necesario entender claramente la importancia de la doctrina y actividad de Marx para el desarrollo del movimiento obrero contemporáneo. Marx y Engels fueron los primeros en demostrar que la clase obrera, con sus reivindicaciones, es el resultado necesario del sistema económico actual que, con la burguesía, crea y organiza inevitablemente al proletariado. Demostraron que la humanidad se verá liberada de las calamidades que la azotan actualmente, no por los esfuerzos bienintencionados de algunas nobles personalidades, sino por la lucha de clase del proletariado organizado. Marx y Engels fueron los primeros en esclarecer en sus obras científicas que el socialismo no es una invención de soñadores, sino la meta final y el resultado inevitable del desarrollo de las fuerias productivas dentro de la sociedad contemporánea. Toda la historia escrita hasta ahora es la historia de la lucha de clases, del cambio sucesivo en el dominio y en la victoria de una clase social sobre otra. Y esto continuará hasta que desaparezcan las bases de la lucha de clases y del dominio de clase: la propiedad privada y la producción social caótica. Los intereses del proletariado exigen que dichas bases sean destruidas, por lo que la lucha de clases consciente de los obreros organizados debe ser dirigida contra ellas. Y toda lucha de clases es una lucha política.
He ahí por qué el nombre y la vida de Engels deben ser conocidos por todo obrero; tal es el motivo de que incluyamos en nuestra recopilación -- que como todo lo que editamos tiene por objeto despertar la conciencia de clase de los obreros rusos -- un esbozo sobre la vida y la actividad de Federico Engels, uno de los dos grandes maestros del proletariado contemporáneo.
¡Memoria eterna a Federico Engels, gran luchador y maes tro del proletariado!