miércoles, 8 de febrero de 2012

Comentario de Preso Politico Comunista sobre nuestros libros

Israel Clemente López


Cárcel de Botafuego, Algeciras (Cádiz). 4 de noviembre de 2011
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También me he centrado en una serie de libros que conseguí de la editorial Templando el Acero. Uno sobre la historia de las diversas manipulaciones occidentales-burguesas sobre la II Guerra Mundial y la decisiva aportación soviética al triunfo de la misma, de un historiador militar de la URSS, que está bastante bien. Se titula “La II Guerra Mundial: Mito y realidad”. Desmonta los mitos anticomunistas en torno a la misma.


Ahora mismo estoy releyendo “Otra mirada sobre Stalin” de Ludo Martens. La había leído en francés en la edición original hace años, pero se me hacía necesario refrescarla. Me viene bien de complemento-guía, para el contexto histórico, a un tomo de casi mil páginas de Stalin sobre la construcción del socialismo en la URSS que abarca desde mediados de los años 20 hasta casi las vísperas de la guerra mundial. Como ves, no me falta lectura pendiente. No me puedo quejar.


Pero el libro que más me ha hecho cavilar y reflexionar ha sido otro de esta misma editorial titulado “¿Leninismo o Maoísmo?”, escrito por un ex-maoísta peruano, que viene a poner a caer de un burro la práctica totalidad de la obra y aportaciones de Mao Zedong. Me ha parecido una lectura de gran interés. Exige una gran atención y esfuerzo, pues en mi opinión su lectura precisa de una auténtica labor de criba ideológica al combinar enfoques, críticas y planteamientos correctos con otros que no lo parecen tanto. Por un lado, tenemos planteamientos que parecen correctos, como lo son la crítica a la Nueva Democracia y a la inclusión de la burguesía nacional dentro de la categoría del “pueblo” (lo que a la postre facilitaría enormemente el camino a la contrarrevolución triunfante), la que hace a ciertos planteamientos subjetivistas y voluntaristas en la época del Gran Salto, a la “chinización” del marxismo, o acentuación de las “particularidades” chinas, a la posterior deriva de la política exterior de la RPCH, la teoría de los Tres Mundos, el abandono del M-L por un nacionalismo populista, etc. etc.


Pero, junto a todo esto, , el autor –un tal Sotomayor- despliega toda una serie de argumentos que presentan un sospechoso tufillo a “prosovietismo” brezneviano, como son una sobredimensión de las posibilidades de lucha pacífica y legal bajo el imperialismo, asociada a su crítica del “militarismo maoísta”, la defensa del desarrollo de las fuerzas productivas, de la coexistencia pacífica entre dos sistemas, un apego desmesurado a los formalismo legalistas en los procesos revolucionarios, etc, etc.


Cuestión candente y espinosa donde las haya –y una de las que más cavilaciones me ha producido- es la crítica furibunda a la que somete a la Revolución Cultural. Encuentro una tal mezcla de enfoques aparentemente correctos con otros que no me lo parecen, lo que es bastante lioso. Por un lado, es cierto que pretender un corte absoluto con toda la cultura precedente tiene bastante de idealista y metafísico y difiere bastante de lo avanzado por Lenin al respecto acerca de la nueva cultura en el socialismo, pues ésta debía tomar como base todos los aspectos progresistas de la cultura precedente y desterrar los reaccionarios; no se sustentaba en el aire. Luego está lo efímero de la Revolución Cultural, que parece señalar unas bases realmente endebles de la misma, o bien la actuación en su seno de líneas y fuerzas con intereses divergentes y hasta contrapuestos, enmascarados por la fraseología del momento, ¿Cómo puede ser anulado en tan breve tiempo un movimiento de masas tan amplio? ¿Carecía de una base social y política de sustentación? Si miramos la cronología acelerada de los hechos es difícilmente comprensible desde la fortaleza y entidad que le atribuimos a este movimiento durante bastante tiempo. Me vienen a la cabeza las críticas de Enver Hoxha en aquel período, cuando la catalogaba de “revolución palaciega” y de “lucha de camarillas”, entre otras lindezas.


Yo no es que haya sido especialmente “mao”, pues la base de mi formación juvenil la constituyeron las obras de Lenin, y lo único que he estudiado de Mao Zedong han sido las cuestiones militares, su teoría de la guerra prolongada, la lucha de guerrillas, de la que hace una sistematización científica y coherente.


En este sentido, pienso que la figura de Mao, sus aportes al M-L, residen esencialmente en sus escritos militares y la formulación de la Estrategia de Guerra Popular Prolongada. Para mí, esto es intocable. Abandonando el terreno firme y contrastado de la GPP se entra en una dinámica de vaivenes y zig-zags tacticistas que acaban inevitablemente circunscribiendo la lucha guerrillera a las fases estrictamente insurreccionales, con todo lo que ello implica....